Mi vida estaba hecha un desastre: depresión, discusiones con la mujer, hijos corriendo por toda la casa, y un casino que me estaba vaciando más rápido que la nevera de un soltero. Y entonces, en medio de todo ese caos, apareció el salvador: Garfield Kart.

Un día, después de perder otra fortuna en el casino online, vi un anuncio: “¡Corre con Garfield!” Y pensé: “Bueno, si puedo perder dinero, también puedo perder tiempo”. Hice clic y, amigos, mi vida cambió.

De repente, estaba en una pista de karts, persiguiendo a Jon Arbuckle y lanzando tortas a Odie. Y en ese momento… ¡algo extraño pasó! No sé si fue el rugir del motor, el sonido de la lasaña volando por los aires, o el propio Garfield guiándome como un guru… pero empecé a sentir algo en mi interior. Una calma, una paz. Y sí, no lo puedo negar… llegué al clímax.

Era un orgasmo visual, señores. Las curvas, los saltos, las tortas volando… todo llegó a un punto en el que mi corazón palpitaba más rápido que cuando me tocaba pagar el alquiler. Cada vez que cruzaba la meta, sentía una satisfacción indescriptible. ¡Esto es lo que necesitaba!

Mis peleas con la familia desaparecieron. Las discusiones se convirtieron en bromas sobre Odie y su incapacidad para manejar un kart. Los casinos… bueno, ni me acuerdo de ellos. Garfield Kart me dio algo mucho mejor: una vida sin estrés, sin agobios, y con lasaña como juguete sexual.

¡Gracias Garfield, por mostrarme el verdadero sentido de la vida… y de los orgasmos virtuales!