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Posted: 21 Dec, 2023 @ 5:25am

En los tiempos en que los caballeros andantes recorrían los campos y las doncellas se regocijaban en sus torres, vivía un noble caballero de nombre Sigfredo. Este gallardo hidalgo, de linaje ilustre y corazón valiente, ardía en deseos de conquistar el aprecio de una joven dama de gracia inigualable llamada Brunilda.

Sigfredo, dotado de un ingenio singular y anhelante de impresionar a su amada, maquinó un plan audaz y a la par insólito. No serían torneos ni justas lo que emplearía, sino un juego desconocido y novedoso en aquel tiempo medieval: el Wreckfest. Este deporte del motor, de choques y desventuras sobre ruedas, se convirtió en el escenario donde Sigfredo buscaría demostrar su destreza y conquistar el corazón de la doncella.

Convocó a sus leales escuderos y, con un ímpetu caballeresco, se dirigieron a la explanada donde se celebraría la hazaña. Sigfredo, ataviado con armadura reluciente y lanza en ristre, se sentó en el extraño artefacto semejante a un corcel mecánico. Los ronquidos de los caballos eran reemplazados por los rugidos de motores virtuales, y la imperturbable Brunilda observaba desde su balcón, intrigada por el espectáculo.

Pero he aquí que el Wreckfest resultó ser un desafío mayor de lo que Sigfredo había anticipado. Sus manos diestras en la espada no eran tan hábiles en el arte de manejar aquellos mandos infernales. Los carros se estrellaban y giraban en direcciones inesperadas, y el noble caballero, en lugar de imponerse con gracia, se veía envuelto en un caos de metal retorcido y humo virtual.

A pesar de sus esfuerzos, Sigfredo se encontró dando tumbos y chocando contra los obstáculos, mientras sus oponentes trazaban líneas elegantes y veloces en la pista. La audiencia, inicialmente expectante, empezó a murmurar y a soltar risas ahogadas. El noble caballero, rojo de vergüenza pero sin desfallecer, continuó en su empeño, intentando domar aquel corcel de cuatro ruedas que se rebelaba en su contra.

Finalmente, la joven doncella descendió de su torre y se acercó al atribulado caballero. "Oh, noble Sigfredo, tu valentía en el Wreckfest es tan insólita como tu elección de cortejo. Pero, por tu empeño y desventuras, has conquistado mi corazón de maneras que ninguna justa podría haber logrado".

Así, en aquella tarde medieval, el amor floreció no en la pericia de un torneo, sino en la torpeza de un noble caballero que, sin saberlo, había ganado el corazón de su dama con un juego tan ajeno a su tiempo como lo era el Wreckfest.
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1 Comments
Spanish Duck Lover. 22 Dec, 2023 @ 12:51pm 
PENE.

Si.