Desde el momento en que haces clic en ese primer huevo, te sumerges en un mundo de emoción inagotable y... bueno, más clics. La mecánica del juego es tan sencilla que podría ser confundida con un ejercicio de terapia ocupacional. Sin embargo, a medida que haces clic una y otra vez, comienzas a sentir una extraña conexión con tu huevo virtual. Te conviertes en su guardián, su protector, su... amigo. Es un lazo que ningún otro juego de clics ha logrado antes.
A medida que tu dedo se cansa y tus ojos comienzan a vidriarse por la constante repetición del mismo movimiento, te das cuenta de que algo ha cambiado. Tu perspectiva sobre la vida, el universo y todo lo demás ha sido alterada irreversiblemente por este huevo. Quizás sea la monotonía de hacer clic sin cesar, o tal vez sea la simple realización de lo absurdo que puede llegar a ser el entretenimiento moderno. Sea cual sea la razón, ya no eres el mismo después de "Egg".

Desde el momento en que haces clic en ese primer huevo, te sumerges en un mundo de emoción inagotable y... bueno, más clics. La mecánica del juego es tan sencilla que podría ser confundida con un ejercicio de terapia ocupacional. Sin embargo, a medida que haces clic una y otra vez, comienzas a sentir una extraña conexión con tu huevo virtual. Te conviertes en su guardián, su protector, su... amigo. Es un lazo que ningún otro juego de clics ha logrado antes. A medida que tu dedo se cansa y tus ojos comienzan a vidriarse por la constante repetición del mismo movimiento, te das cuenta de que algo ha cambiado. Tu perspectiva sobre la vida, el universo y todo lo demás ha sido alterada irreversiblemente por este huevo. Quizás sea la monotonía de hacer clic sin cesar, o tal vez sea la simple realización de lo absurdo que puede llegar a ser el entretenimiento moderno. Sea cual sea la razón, ya no eres el mismo después de "Egg".