Erebos, la encarnación primordial de la oscuridad absoluta, acecha en los abismos más profundos de la existencia. Nacido del Caos primigenio, este ser insondable envuelve el mundo en un manto de tinieblas impenetrables1. Sus dominios se extienden por los rincones más sombríos y ocultos del cosmos, donde la luz no se atreve a penetrar.
En su reino de penumbra eterna, Erebos reina sobre las almas atormentadas que vagan por el umbral del inframundo. Su presencia se manifiesta como una niebla densa y asfixiante que devora toda esperanza y cordura. Aquellos que se atreven a adentrarse en sus dominios se enfrentan a horrores inimaginables y a la locura que acecha en la oscuridad más absoluta.
Los mortales tiemblan ante la mera mención de su nombre, pues Erebos es el padre de los terrores nocturnos y las pesadillas más oscuras. Su influencia se extiende incluso al mundo de los vivos, donde sus sombras se ciernen sobre aquellos que han osado desafiar el orden natural. En su presencia, hasta los dioses más poderosos sienten el peso aplastante de la eternidad y la insignificancia de su existencia.