La pantalla es solo un espejo: lo que enfrentas en el juego no son pixels, sino tus propios límites. Cada respawn es una metáfora de la resiliencia, cada derrota un tutorial oculto, y cada victoria efímera un recordatorio de que el auténtico 'endgame' no está en el crédito final, sino en quién te convertiste para llegar allí. Los grandes jugadores no temen al 'Game Over', porque saben que la partida más importante no se juega con las manos, sino con la conciencia.🚬🗿