Hace mucho tiempo, había un reino llamado Gallowmere, un reino donde la gente era feliz, la guerra era un concepto disconocido y los niños eran amables y educados...y no solo cuando querían chocolate. El monarca del reino, el rey Peregrino, era sábio y justo, y así en general, un tipo decente. Le gustaba la filosofia, la literatura y los dibujos de gatitos con sombreros, era un monarca inteligente.
Pero entre su séquito estaba el mago oficial de la corte, un hombre brillante pero sin escrúpulos llamado Zarok. En vez de contentarse dedicándose a los horóscopos y a los globitos en forma de animales para lo que había sido contratado, Zarok comenzó a realizar horrorosos experimentos con cadáveres. Como te puedes imaginar, la gente se pone sensible cuando toquetean a sus seres queridos ya fallecidos, de modo que el rey no tardó a enterarse y expulsó el hechicero del reino. Zarok se ocultó en los bosques, donde se dedicó a perfeccionar sus experimentos, hirviendo de cólera y practicando su diabólica risa malvada.
Al final, con un ejército de demónios a sus órdenes, partió para invadir Gallowmere. El capitán de la guarda real, Sir Daniel Fortesque, lideró la milicia en combate a la horda ímpia. Todavia se cantan las canciones de sus hanzañas, sobre como encabezó la lucha contra la maldita horda. Como los invasores cayeran ante el como el trigo ante la guadaña, y como por último, mortalmente herido, se lanzó sobre el infernal hechicero y le destruyó completamente.
Es cierto que los estribillos de estas canciones no son particularmente pegadizos pero en aquellos días la gente no se preocupaba mucho por las listas de éxitos.
Y así fue como Daniel Fortesque pasó a la história: !él Héroe de Gallowmere!
Y nuestra tierra vivió una época de paz, harmonía y vinos de calidad a precios asequibles.
La tranquilidad duró 100 años...
Pero después, el hechicero volvió a aparecer...