Compuesto por un total de 17 capítulos más un epílogo, esta historia (que comienza como un documental sobre la obra de Coda, un diseñador de videojuegos) nos lleva en un viaje introspectivo a través de las interpretaciones de un admirador (narrador de la historia) y amigo de Coda. Nos invita a jugar todos los videojuegos creados por Coda (en el orden en que fueron creados). Mientras nos revela sus opiniones y pensamientos, desnudando de esta forma, sus obsesiones y ambiciones más íntimas, las cuales resultaban incluso invisibles para él.

Este videojuego hace gala de las principales virtudes que tienen, justamente, los videojuegos. Como jugador, tienes un rol, que no te lo otorga el juego, no interpretas a ningún personaje. Tampoco te comportas como un mero espectador. Eres parte. El juego funcionará para ti, resultará como la experiencia mágica que es, unicamente, al existir la disposición de participar en él, a comportarte como el juego espera que te comportes (aunque tu participación no afecte en nada). Tu misión es lisa y llanamente, hacer lo que te piden, escuchar un relato, entender que no estás frente a una historia común y que no debes intentar darle una explicación a todo, el juego no está hecho para eso (el arte no está hecho para eso), por eso es una experiencia mágica, no intentes entenderlo completamente o dejará de ser un maravilloso videojuego para convertirse en un videojuego mediocre.

La motivación del creador es bastante clara, es una crítica a las críticas y su corrosión hacia los creadores, impidiendoles hacer lo que les gusta por hacer lo que les gusta al resto, acompañado de una lección: juega los juegos como vengan, sin más preámbulos, sin tanto análisis. Pero este mensaje es francamente irrelevante, el juego es tan profundo que el mensaje lo eliges tu mismo. El mensaje que encontrarás será el que tú estés buscando en el momento en que lo juegues.

Este juego me inspiró una sencilla reflexión, tan profunda e introspectiva como el mismo juego:

Cuando un rayo amenaza con destruir el mundo, tal como lo conoces, y sabes que cualquier persona puede lanzarse hacia él utilizando su cuerpo para detenerlo ¿Quién estaría dispuesto a hacer el sacrificio? ¿Quién estaría dispuesto a concluir con su historia para que continúen las del resto? Para la mayoría sería una difícil decisión reducida a dos posibilidades: Sacrificarse o esperar a que se sacrifique otro.

En mi caso, tomar la decisión sería más sencillo. Me sacrificaría pero, no sin antes hacerme una pregunta: ¿Qué pasará luego de lanzarme? Cuyas respuestas son dos nuevas posibilidades: Me lanzaré al rayo y moriré o me lanzaré al rayo y viviré para siempre.