Elden Ring es, sin exagerar, una joya de los videojuegos. Su mundo abierto es gigantesco y está lleno de secretos por descubrir. No importa cuánto explores, siempre encuentras algo que te deja con la boca abierta, y lo mejor es que nunca se siente aburrido.

La ambientación es espectacular, y el diseño de los escenarios y los jefes es increíble. Cada jefe parece sacado de una película épica, aunque, siendo honestos, algunos se reciclan un poco, como los dragones, que son casi iguales pero con nombres distintos.

Lo que más me encanta es la cantidad de builds que puedes hacer. Hay tantas armas, habilidades y objetos que puedes personalizar tu personaje de mil maneras diferentes. Y lo mejor de todo: no importa cuántas veces lo juegues, siempre hay algo nuevo por probar, nunca cansa.

Ahora, hablemos de Malenia. Al principio parece imposible, pero cuando aprendes sus movimientos, se convierte en el jefe más divertido y emocionante de todo el juego. Su pelea es una de las mejores experiencias que puedes tener.

Sobre el DLC… solo puedo decir que es una locura. Tranquilamente podría ser un juego aparte y competir por ser el mejor del año. Aunque no sé si un DLC puede ganar el GOTY, este definitivamente lo merece.

Y, por supuesto, Radahn es el jefe más difícil de todos los juegos de FromSoftware. Si lo has derrotado, sabes que es un logro increíble. Y Messmer… ¡qué decir! Es una obra de arte que está a la altura de Malenia.

En definitiva, Elden Ring es uno de los mejores juegos de la historia, si no el mejor. Una experiencia inolvidable que todo el mundo debería vivir.