Querida mujer, faro de mi existencia,
en tu risa encuentro la melodía del mundo,
en tus ojos, el espejo de sueños compartidos.
Tu fuerza, un río que fluye,
con la pasión de mil tempestades,
y en cada paso que das,
se erige un camino hacia la justicia.

Amor, no es solo un susurro en la penumbra,
sino un grito de revolución,
un abrazo que desafía las cadenas,
que lucha por la libertad que mereces.
Eres la poesía que resuena en mi ser,
la palabra que se levanta contra el silencio,
la voz que me enseña a escuchar.

Te amo en la lucha,
en el eco de tus convicciones,
en la valentía que irradias,
y en cada comida que preparas.
Porque ser tu aliado es un honor,
un compromiso de caminar a tu lado,
de ser el viento que empuja tus alas,
y el escudo que protege tus sueños.

No quiero ser un héroe en tu historia,
sino el compañero que respeta y celebra,
que reconoce tu fuerza,
y se arrodilla ante tu verdad.
Eres un universo,
y yo, un humilde explorador,
dispuesto a aprender de tus constelaciones.

Amor es un viaje compartido,
donde la equidad florece como un jardín,
donde cada flor es un acto de amor,
y cada espina, una lección de respeto.
Juntos, construyamos un mundo
donde la voz de cada mujer resuene,
donde el amor no sea posesión,
sino una danza de libertad.

Así, te amo:
no como un conquistador,
sino como un aliado en la lucha,
donde tus sueños son mis sueños,
donde tu voz se entrelaza con la mía,
y donde el amor, en su forma más pura,
es un acto de resistencia,
un canto que se eleva,
una promesa de un mañana mejor.