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Papetura es un juego que parece una obra de arte en movimiento, una experiencia visual única que fusiona la belleza del diseño en papel con una narrativa intrigante. Desde el primer momento, Papetura destaca por su estilo visual completamente hecho a mano, con cada escena y personaje construido a partir de recortes de papel que dan una sensación cálida y artesanal. La textura de los materiales y la iluminación le dan vida a un mundo que parece sacado de una fantasía, creando un ambiente que transmite tanto ternura como misterio.

La historia se desarrolla en un mundo fantástico pero peligroso, donde la relación entre Pape y Tura se convierte en el eje emocional. La simplicidad en los diálogos y las interacciones se complementa perfectamente con la forma en que se cuenta la trama: sin palabras, pero con mucho sentimiento, algo que logra transmitir tanto ternura como tensión a lo largo del juego.

La ambientación es otra de sus grandes virtudes, con una atmósfera de ensueño, donde el uso del papel y la luz dan vida a un mundo cargado de detalles, texturas y movimiento. Se complementa con una banda sonora que juega un papel fundamental en la creación de esta atmósfera, con melodías suaves y ambientales que refuerzan la sensación de estar en un lugar apartado del tiempo.

En términos de jugabilidad, Papetura es una aventura en la que los puzzles tienen un enfoque de exploración y resolución creativa. Los rompecabezas no son excesivamente complicados, pero la forma en que se integran con la narrativa visual es lo que realmente resalta, haciendo que cada solución se sienta significativa en el desarrollo de la historia.

Aunque la jugabilidad y la narrativa funcionan de manera efectiva, lo que realmente destaca de Papetura es su diseño artístico, como comentaba al principio. Cada rincón de este mundo hecho de papel es indescriptible, desde las criaturas que habitan en él hasta los paisajes que parecen estar construidos con una delicadeza impresionante. Este mundo, aunque sombrío en muchos momentos, se convierte en un lugar fascinante por descubrir.

Como único punto negativo, Papetura es un juego corto, con una duración de unas pocas horas, aunque eso también puede ser parte de su encanto: una obra breve, pero de gran impacto visual y emocional.

En resumen, Papetura es un título que no solo se juega, sino que se vive. Su diseño visual y su atmósfera única hacen de él una obra de arte interactiva y artesanal que vale la pena explorar, incluso si la duración no es extensa. Es una aventura corta pero memorable, perfecta para aquellos que buscan algo diferente, cargado de belleza, emoción y creatividad.

Pilgrims es una experiencia encantadora y ligera, que nos sumerge en un mundo lleno de personajes peculiares y situaciones inusuales, con un toque de humor que mantiene la atención desde el principio. El diseño de los personajes y sus situaciones es uno de los aspectos más destacados: figuras como el demonio, la ‘‘abuelita’’, el oso y el vagabundo, se sienten sacadas directamente de las páginas de la mitología fantástica y leyendas populares. Las animaciones, con su estilo dibujado a mano, son sencillas pero encantadoras, dándole vida a este peculiar universo mágico.

La ambientación mantiene esa misma esencia, evocando el folklore de los paisajes naturales del norte, con una música que complementa perfectamente la atmósfera, sumergiéndonos en un mundo donde las montañas, bosques y ríos parecen cobrar vida.

Aunque Pilgrims es un juego apto para todas las edades, mantiene un nivel de interés constante gracias a su estilo único y su humor tan característico. Los puzzles no son complejos, lo que permite que el enfoque se centre en la exploración y en descubrir las diversas posibilidades que ofrece el juego. A medida que avanzas, no solo resuelves acertijos, sino que también te topas con resultados alternativos que abren nuevas animaciones y desarrollos cómicos, lo que le añade la posibilidad de rejugabilidad.

El único aspecto negativo es su duración, que se queda algo corta. En menos de dos horas, pude terminar todas las historias.

Así pues, Pilgrims es como un libro ligero pero encantador, perfecto para quienes buscan una experiencia envolvente que te mantiene hasta el final.

Universe For Sale nos sumerge en un universo que, desde el principio, invita a relajarse y disfrutar de un ambiente acogedor, ideal para quienes buscan refugio en un entorno tranquilo durante el mal tiempo. Desde la primera escena, lo que más destaca es su estilo gráfico, que captura la esencia de un mundo repleto de peculiaridades, pero con detalles que aportan una sensación de calidez. La taberna, resguardada de la tormenta exterior, con sus suaves luces y los sonidos de la lluvia golpeando las ventanas, se convierte en el centro de un ambiente completamente relajante, perfecto para quienes encuentran consuelo en los días grises y lluviosos.

Uno de los puntos más llamativos del juego es la caracterización de sus personajes. El protagonista, The Master, tiene un diseño único que refleja su papel en la historia, mientras que Lila, con su pelo en forma de pulpo, aporta un toque excéntrico que se siente distinto y característico dentro del título. La libertad de tomar decisiones en ciertos momentos, aunque no afecten directamente la trama o el desenlace, añade un punto extra de inmersión y personalización.

En cuanto a la jugabilidad, Universe For Sale ofrece una dinámica peculiar en sus puzzles, brindando una libertad creativa que se convierte en uno de los mayores atractivos del juego, transformando cada desafío en una oportunidad para explorar y experimentar dentro de este peculiar oficio. Sin duda, es un título que invita a sacar a flote nuestro lado más imaginativo a través del don de Lila para crear universos, permitiéndonos incluso decorar nuestro pequeño espacio seguro con las ganancias que obtengamos durante nuestros momentos más creativos en el trabajo.

Sin embargo, no todo es positivo. Uno de los puntos débiles del juego es su corta duración. Universe For Sale se siente breve, con una duración aproximada de 5 horas, lo que impide desarrollar una conexión profunda con los personajes y una implicación emocional respecto al desenlace. Si la corta duración no fuera suficiente, a mitad de la historia se empieza a intuir lo que está ocurriendo, y el gran "secreto" del juego se alarga demasiado durante gran parte de la trama, siendo fácilmente predecible desde unas dos horas antes de su ‘‘gran’’ revelación.

Aunque la banda sonora cumple su función (especialmente para el género al que pertenece), no terminó de cautivarme. Esto es una cuestión personal, ya que no tengo predilección por este estilo, pero considero que no llega a destacar tanto como el resto de los aspectos técnicos.

Pese a estos detalles, el trasfondo del juego compensa en gran medida los puntos negativos. La historia que rodea al Culto, los personajes con miembros flotantes y el misterioso trasfondo enigmático de estos, mantiene un interés constante. Los diseños singulares, junto con el significado espiritual de cada parte y la originalidad de su planteamiento, aportan una dimensión que invita a profundizar y explorar más en un universo lleno de simbolismo y peculiaridades, contribuyendo a una historia diferente y original.

Para terminar, aunque Universe For Sale tiene sus limitaciones, es una experiencia relajante y fluida que ofrece un respiro a quienes buscan refugio durante la tormenta, con una jugabilidad creativa y un estilo visual atrayente. Aunque no ha sido un sobresaliente para mí, tiene un encanto único que definitivamente vale la pena explorar.

Vlad Circus: Descend Into Madness no solo nos sumerge en una narrativa oscura y sombría, sino que nos arrastra hacia las sombras y traumas del alma humana. Desde el primer instante, nos vemos sumergidos en una atmósfera que respira misterio y desolación. La mansión, sumida en una total oscuridad, se convierte en un recurso para mantenernos alerta, reflejando quizá la soledad de Oliver, nuestro payaso retirado. Cada rincón, cada objeto, cada destello de luz apagada, cuenta una historia silenciada de dolor y soledad. La ambientación, impecable en su detalle, no es solo un escenario; es un personaje que se despliega a medida que avanzamos, mostrando sus cicatrices y secretos con cada paso.

El apartado visual se erige como una obra maestra del pixelart (es un género que me obsesiona, he de reconocer), donde la meticulosidad de cada elemento se percibe en cada rincón. Cada paisaje, ya sea en las oscuras habitaciones de la mansión o en las profundidades del bosque, se siente como un fragmento de pesadilla cuidadosamente esculpido. Los tonos apagados se entrelazan con colores casi oníricos, formando una paleta que combina belleza inquietante y misterio, como si estos lugares estuvieran atrapados en el tiempo y condenados a una tensión perpetua. Cada entorno, tan lleno de detalles, se siente como un laberinto de recuerdos rotos, manteniéndonos en constante alerta, como si el propio juego se alimentara de nuestra ansiedad (o estrés).

Uno de los aspectos que más destacan es la música ambiente y el diseño sonoro. Las melodías, con matices oscuros y melancólicos, actúan como un hilo conductor que intensifica cada momento, acompañando al jugador en su ‘‘descenso a la locura’’.
Los sonidos ambientales, como los pasos sobre la madera vieja, el crepitar de la chimenea mientras todos están reunidos alrededor, o el rasgueo de la escritura en el diario, no solo complementan la experiencia, sino que profundizan la inmersión, sumergiéndonos en el entorno donde habitan nuestros personajes y sus situaciones delirantes.

Y ahondando precisamente en los personajes, he de decir que cada uno está caracterizado con una profundidad muy bien conseguida. Las personalidades están bien definidas, con historias que entrelazan el pasado y el presente, generando una narrativa compleja y cargada de emociones y desdichas. Además, las relaciones entre ellos y las peculiaridades que caracterizan a cada uno aportan una capa extra de autenticidad, logrando que sea fácil sentir empatía o rechazo hacia sus decisiones y conflictos, lo que habla del buen trabajo realizado en su desarrollo.

Sin embargo, no todo es perfecto. El desenlace, aunque cumple con su propósito de cerrar la historia, puede resultar algo predecible, especialmente para aquellos que ya han explorado obras similares en este género. Además, uno de los puntos que puede llegar a frustrar a algunos jugadores (como lo ha sido en mi caso) es la necesidad de recorrer los mismos escenarios repetidamente para avanzar en la trama. Aunque esto refuerza la sensación de aislamiento y claustrofobia, puede restar fluidez a la experiencia, convirtiéndola en ocasiones en algo monótona y repetitiva.

A pesar de estos detalles, Vlad Circus: Descend Into Madness es una obra que merece ser explorada. Sus técnicas para abordar temas oscuros, su cuidado en cada aspecto técnico y narrativo, y la forma en que profundiza en las relaciones entre los personajes y las peculiaridades que los definen, lo convierten en una propuesta digna de reconocimiento. Es un viaje inquietante y fascinante que invita a reflexionar sobre los demonios internos, los traumas que preferiríamos mantener alejados y las conexiones humanas en un entorno tan damnificado. Sin duda, estamos ante un título que no dejará indiferente a quienes se atrevan a adentrarse en su oscuro y lúgubre mundo.

Comenzaré dejando claro que Tails Noir es un título que no teme desafiar expectativas ni incomodar con sus giros narrativos. Lo que comienza como una clásica historia de detectives en un mundo inspirado en el estilo que su propio nombre indica, se transforma en algo mucho más oscuro y complejo, desafiando los estándares de lo que solemos esperar de un videojuego de este género.

La controversia sobre su narrativa, especialmente a partir del acto 3, parece estar centrada en su rechazo a las fórmulas tradicionales y finales felices.
Pero este riesgo, lejos de ser una debilidad, es uno de sus mayores logros.
La valentía de los desarrolladores para explorar temas serios y oscuros, en un contexto donde muchos optarían por jugar seguro, es digna de admiración.
Guste o no, Tails Noir se atreve a romper la norma, enfrentándonos a un reflejo incómodo pero real de una sociedad en la que los poderosos guardan secretos peligrosos y las diferencias de clase se sienten insalvables.
Una exploración madura de los oscuros recovecos del poder, la desigualdad y las verdades incómodas de una sociedad marcada por secretos bien guardados.
Como en la vida misma, las cosas no siempre salen como esperamos, y Tails Noir se atreve a reflejar esta realidad sin rodeos.

Como comentaba al principio, la historia comienza siendo una cosa y termina siendo otra completamente distinta, pero esa transición no tiene por qué ser vista como algo negativo. Al contrario, es un recordatorio de que no siempre sabemos hacia dónde nos llevará una historia, igual que sucede en la vida misma. Para mí, este cambio de rumbo es un elemento que enriquece la experiencia, obligándonos a salir de nuestra zona de confort y a reconsiderar las expectativas que solemos proyectar sobre este tipo de obras.

En términos de jugabilidad, mantiene un ritmo que no se siente ni apresurado ni demasiado dilatado. La trama avanza con una fluidez que nos permite sumergirnos en el mundo sin sentirnos demasiado abrumados o bombardeados con información. La dificultad en general es baja, priorizando el disfrute del viaje, la narrativa, los escenarios y la música sobre los desafíos más exigentes.

Respecto al apartado visual, es sencillamente sublime, uno de sus puntos más fuertes.
A pesar de su estilo pixelart, consigue capturar con maestría la esencia del género noir. Los tonos de colores, a menudo sombríos pero cargados de matices, pintan un mundo vibrante pero decadente. Las luces y sombras se entrelazan para crear atmósferas envolventes, y los escenarios están diseñados con una atención al detalle que transmite perfectamente la desigualdad social y la lucha de sus personajes. Desde las calles sombrías y decadentes que retratan la lucha de los desfavorecidos, hasta los ambientes lujosos que exudan poder y secretismo, cada espacio refleja fielmente las tensiones sociales del mundo que nos presenta.

La banda sonora es otro de los puntos fuertes del juego. Las melancólicas melodías y los toques de jazz encapsulan a la perfección el espíritu del género anteriormente nombrado. Cada pieza parece estar diseñada para amplificar el peso emocional de cada escena, guiándonos entre momentos de tensión, melancolía e introspección. La música no solo acompaña, sino que complementa la narrativa de una manera sutil pero efectiva. Los acordes de jazz y las piezas sombrías son un recordatorio constante de la decadencia y la incertidumbre que impregnan la historia.

Quizá (por poner algún ‘‘pero’’) echaría en falta la posibilidad de obtener finales alternativos, pudiendo ser un punto débil para quienes buscan rejugabilidad con múltiples desenlaces significativos, como lo ha sido en mi caso. Sin embargo, aunque hubiera sido interesante experimentar decisiones con mayor impacto en la trama, el final original tiene un peso narrativo que, en mi opinión, no debería ser cambiado. Es un cierre que deja huella, y que muestra un realismo crudo y desolador.

Hay mucho potencial por descubrir, y al igual que comentaba anteriormente, creo que los desarrolladores han demostrado una habilidad notable para abordar historias complejas y audaces. Espero que decidan expandir el universo con una nueva entrega que nos permita seguir explorando la cruda realidad en un mundo que, aunque parezca mera ficción, realmente no es tan distinto al nuestro.

The Last Door: Season 2 llega como una sombra más densa y compleja que su predecesor, tomando la atmósfera inquietante y la narrativa envolvente del primer título y llevándola a nuevas profundidades.

En esta secuela, el juego nos aleja del protagonista de la primera entrega, Jeremiah Devitt, para centrarse en el Dr. Wakefield, un psiquiatra que, al igual que su antecesor, se ve arrastrado por los ecos de un pasado oscuro que lo conecta con su viejo amigo, y con una serie de sucesos aterradores que lo induce hacia lo inexplicable.
Así pues, deberá cruzar el umbral hacia un lugar donde la cordura comienza a desmoronarse bajo el peso de la obsesión y la locura.

Como cabe esperar, el estilo visual pixelado se mantiene, donde la simplicidad de los diseños sigue siendo una herramienta perfecta para crear una atmósfera inquietante y aún más siniestra que en la anterior entrega. Esta secuela presenta una mayor diversidad de escenarios que se sienten cada vez más fragmentados y desquiciados. Los ambientes desolados y decadentes, desde las frías y lúgubres calles victorianas, hasta inquietantes hospitales psiquiátricos y paisajes anómalos que parecen sacados de un sueño roto, consiguen plasmar la sensación de un mundo en descomposición. Todo está impregnado de esa atmósfera cargada, donde lo inerte parece tener vida propia, y lo que no se dice es más aterrador que lo que se muestra.
Es una sensación donde lo cotidiano se convierte en lo extraño y lo incomprensible, siempre dejando al espectador con el presentimiento de que algo está mal, pero sin poder identificar exactamente el qué.

Un aspecto que no podemos pasar por alto (ya imaginaréis cuál) es su banda sonora, que al igual que en la primera temporada, se convierte en un personaje más de la historia.
Las melodías continúan siendo tan evocadoras y lúgubres como en el primer título, pero en esta secuela se sienten más maduras, más complejas y melancólicas. Un componente esencial para crear la atmósfera opresiva y desesperante, guiándonos a través de los paisajes y recuerdos desolados de nuestro viaje, como un susurro persistente que nunca se desvanece.
Cada tema refleja perfectamente la tensión creciente, la sensación de estar perdiendo el control, de estar entrando en un abismo del que no hay retorno.
Al igual que en mi reseña del anterior juego, insto al maravilloso Carlos Viola a publicar estas indescriptibles y maravillosas obras musicales en formato vinilo (LP).

En esta temporada, se nos presentan personajes que aportan una mayor complejidad, con un trasfondo oscuro y un destino incierto que se entrelaza con los eventos sobrenaturales que empiezan a desbordar la razón.
Al igual que en las obras de Edgar Allan Poe, el terror se encuentra en los rincones oscuros de la psique humana, en los recuerdos olvidados y las voces susurrantes que nos persiguen cuando más lo necesitamos. No solo exploraremos el pasado de Devitt, sino también el de aquellos que lo rodean, sumergiéndonos en las profundidades de las relaciones humanas, las obsesiones y los horrores de la mente.
Y es ahí donde el horror Lovecraftiano se hace presente, entremezclándose con el del anterior autor. El miedo en The Last Door: Season 2 no es solo lo que podemos ver, sino lo que está detrás del Velo: el conocimiento prohibido, las fuerzas de la otra realidad que se extienden más allá de nuestra comprensión. La verdad es mucho más aterradora que cualquier monstruo, y cuando finalmente se revela, nos deja con más preguntas que respuestas, como si estuviéramos mirando algo que no estamos preparados para comprender.

En definitiva, The Last Door: Season 2 es una experiencia absorbente, una mezcla de horror sobrenatural y misterio que se mantiene fiel a su predecesor, siempre con ese aire inquietante que caracteriza a la serie, dejándonos a nuestra suerte en una espiral de incertidumbre, donde la línea entre la realidad y la locura ya no existe. No hay respuestas definitivas, solo una creciente sensación de horror, un recordatorio de que, a veces, el peor miedo es el que reside en nuestra mente.

Desde luego, es una historia que jamás olvidaré.

Videte ne quis sciat.

Adentrarse en el mundo de The Last Door es un viaje hacia la oscuridad, un susurro persistente que se queda en tu mente mucho después de que la pantalla se apague tras ese ‘‘The End’’. Una de esas experiencias que te envuelven lentamente, como una niebla espesa, donde la atmósfera es más que un simple trasfondo: es la protagonista en una Inglaterra Victoriana.

Desde el primer momento me sedujo con su característico estilo visual, carente de rostros o expresiones, y sin embargo con una profundidad sombría. Sus tonalidades oscuras, sus sombras alargadas sobre los lúgubres callejones y entornos pedregosos, todo ello representado a la perfección a través de composiciones minimalistas, creando una sensación claustrofóbica, como si tú mismo estuvieras atrapado en un sueño (o una pesadilla) de la que no puedes escapar.
Un homenaje directo a los relatos más sombríos de Edgar Allan Poe, donde lo más aterrador no es lo que se ve, sino lo que se sugiere, lo que no se dice.

Y es, más allá del Velo, donde podemos llegar a vislumbrar la historia de nuestro querido protagonista, envuelta en misterio y locura, Jeremiah Devitt. Un hombre que se enfrenta a un enigma personal tras recibir una carta inquietante sobre su pasado.
Al igual que con el anterior autor mencionado, aquí es donde la influencia de H.P. Lovecraft se hace evidente, con sus características historias sobre el horror psicológico y la obsesión por lo desconocido. Al igual que en La llamada de Cthulhu, el terror de The Last Door no está en las criaturas o en los monstruos, sino en la idea de que hay fuerzas más allá de nuestra comprensión, y que la verdad, cuando finalmente es alcanzada, puede desbordarte y volverte loco.

La narrativa avanza pausadamente, como un antiguo reloj de pared que marca el tiempo de forma ominosa. Cada pista, cada carta, cada rincón oscuro en el que te adentras, te lleva más cerca de la revelación, pero también más cerca de la locura. Este es un juego de puertas cerradas, secretos enterrados y recuerdos rotos. Cada vez que desentrañes algo nuevo, te darás cuenta de que la verdad está más lejos de lo que pensabas, y el miedo se hará más real.
Pues, este título es algo más que una simple exploración de la locura, consiguiendo desafiar tus percepciones, desdibujando las líneas entre lo real y lo imaginado.
Incluso la propia identidad de Devitt, se verá envuelta en dudas, atrapándolo en una espiral de obsesión y desesperación.

Llegados a este punto, no se nos puede olvidar uno de los apartados más relevantes a mi parecer, pues no se puede hablar de The Last Door sin mencionar su preciada banda sonora. Ese susurro constante, ese eco lejano pero latente que te persigue mientras exploras las mansiones desmoronadas, mostrándose como una reminiscencia de lo que una vez fueron. Esas melancólicas y funestas melodías que te llevan de la mano a través de sus paisajes abandonados, como si se tratase de una sombra perfecta que te acompaña cada paso hacia la desolación.
Ojalá algún día Carlos Viola decida publicar la BSO en formato vinilo, sería indiscutiblemente el hombre más feliz de esta realidad.

Y, como en toda buena historia de terror psicológico que se precie, el final plantea más preguntas que respuestas. No importa cuánto trates de entender lo que sucedió, algo en el fondo te dice que nunca habrá una respuesta definitiva. La locura de The Last Door no se resuelve; simplemente se vive. Y quizás, al final, esa sea la verdadera lección.

Si te gustan los relatos oscuros y atmosféricos, con un sabor a lo gótico y lo sobrenatural, este juego es uno de esos tesoros que debes descubrir y experimentar. Es como una carta perdida con una mezcla de ambos autores, escrita con tinta de desesperación y miedo, que te llevará por un camino lleno de inquietudes y bellezas funestas.

Sin duda, uno de mis títulos predilectos, que me acompañarán por siempre.

10/10

Un pedacito de mi alma pertenece a esta trilogía, es imposible olvidarme de ella cuando tengo que hacer un top, o me preguntan por videojuegos predilectos que me marcaron a día de hoy.

Todos los casos son relevantes e interesantes, tanto en Ace Attorney, como en Justice for All, y cómo no, en Trials and Tribulations. No hay ninguno que esté de más, o no sea entretenido.

Me lo pasé como nunca antes en un videojuego con todos los juicios, protestas y objeciones. Con esos testimonios donde siempre (o casi siempre) hay alguna contradicción… con todos y cada uno de los personajes tan propios y con tanta personalidad (sobretodo Godot, siendo indiscutiblemente el mejor de todos).

Las investigaciones siempre se me hicieron un poco más pesadas, en mayor medida causado por el vicio malsano de los juicios y el pique con los fiscales.

Pero si los juicios eran una experiencia única e inolvidable, se debía indudablemente a su increíble y maravillosa banda sonora. No puedes recomendar o reseñar este título sin nombrarla. A nivel personal, me parece que la mejor es la de la primera entrega, pero todas son especiales y destacables.

Esa tensión que hay en los interrogatorios con ‘‘Testimony ~ Allegro’’ sonando de fondo, o esa satisfacción al oír ‘‘Telling the Truth’’, mientras el testigo se derrumba y empieza el bullicio de la sala… (es impensable imaginarlo o revivirlo sin sus extraordinarios y distinguidos temas).

Y es que, de eso trata este juego, de ahondar en todas las historias y crímenes, descubriendo y escuchando al mismo tiempo cada tema e historia de todos los personajes que aparecen en tu trayectoria como abogado defensor.
Todos tienen algo que contar (u ocultar).

Es una lástima que no se incluya Apollo Justice y sus entregas posteriores (Dual Destinies, Spirit of Justice, El profesor Layton vs. Phoenix Wright…), ya que están a la altura del resto, y continúan la historia que quedó atrás.

Como bien se puede apreciar, sólo tengo buenas palabras para describir esta saga. Es una maravilla poder tener esta trilogía en Steam (pese a que esté en 7 idiomas diferentes y no en español, pero bueno...).

Simplemente probadlo, es el mejor detalle que os podéis hacer.

Es un juego sencillo y corto, pero que logra transmitir esa sensación que probablemente todos hayamos sentido alguna vez.

Pues, trata básicamente acerca de los sentimientos que afloran tras conocer a la persona que será tu pareja y compañera de vida, tras ese periodo en conjunto que logra separarte de la rutina, que te aporta sus más y sus menos, que de alguna forma te cambia y evoluciona hasta que llega la ruptura, y los sentimientos que brotan con ello...

Si tuviera que recomendarlo, lo haría meramente por el apartado visual y la brevedad con la que trata una situación llena de emociones con las que nos sentiremos identificados en tan pocas imágenes.