Asenna Steam
kirjaudu sisään
|
kieli
简体中文 (yksinkertaistettu kiina)
繁體中文 (perinteinen kiina)
日本語 (japani)
한국어 (korea)
ไทย (thai)
български (bulgaria)
Čeština (tšekki)
Dansk (tanska)
Deutsch (saksa)
English (englanti)
Español – España (espanja – Espanja)
Español – Latinoamérica (espanja – Lat. Am.)
Ελληνικά (kreikka)
Français (ranska)
Italiano (italia)
Bahasa Indonesia (indonesia)
Magyar (unkari)
Nederlands (hollanti)
Norsk (norja)
Polski (puola)
Português (portugali – Portugali)
Português – Brasil (portugali – Brasilia)
Română (romania)
Русский (venäjä)
Svenska (ruotsi)
Türkçe (turkki)
Tiếng Việt (vietnam)
Українська (ukraina)
Ilmoita käännösongelmasta
Hoy me cuesta encontrar las palabras para despedirme, porque no es fácil decir adiós a alguien que ha dejado una huella tan profunda. Más que un compañero, fuiste un amigo, un confidente, una presencia constante que hizo más llevaderos los días difíciles y más memorables los momentos felices.
Tu energía, tu risa, tus consejos y tu forma tan auténtica de ser siempre estarán en mi recuerdo. Me siento afortunado/a de haber compartido tantos instantes contigo, de haber aprendido de ti y reído contigo.
Aunque esta despedida duele, me quedo con el consuelo de todo lo vivido. Sé que donde estés seguirás brillando con esa luz única que te caracteriza. Gracias por todo, Lucho Miguel. Por tu tiempo, tu entrega y tu cariño.
No es un adiós definitivo. Es un "hasta luego", con la esperanza de que el destino nos vuelva a cruzar.
Con todo mi aprecio