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Un hombre tenia un sueño.

Nadie sabe de donde vino, nadie supo cual era su nombre, nadie jamas le había dirigido la palabra

Pero aquel hombre tenia un sueño.

No se conocían sus aspiraciones ni sus metas, sus propósitos ni motivaciones, llego como si el viento lo hubiera traído y desapareció de la noche a la mañana sin que nadie supiera jamas su paradero.

Mas dicho hombre tenia un sueño.

Nadie nunca lo supo, pero ocultaba su identidad tras cientos de rostros, algunos inocentes y puros, otros aterradores y blasfemos, iba a donde el destino lo guiase, siguiendo las estrellas de noche, persiguiendo su sombra de día.

"¿Cual es la posesión humana mas valiosa?" Solía preguntarse en aquellos pálidos amaneceres donde los pensamientos intrusivos inundan el juicio, Eran acaso los bienes? La templanza? Los seres amados? No.

Eran los secretos, aquellos que todo hombre y mujer guarda bajo llave en el fondo de su mente, una eterna caja de pandora, nadie debe verlos, nadie debe saber que existen, mas allí están, silenciados, ocultos, esperando ser revelados o morir con sus creadores.

Y aquel hombre tenia un sueño.

Apoderarse de los secretos de todos quienes lo rodeaban, atesorarlos, resguardarlos, un depredador de mentes, un parásito estratega, un amistoso traidor.

¿Como manipulas realmente a una persona? ¿Como doblegas su alma? ¿Como quebrantas una voluntad?

El primer paso, es hacer sentir a la gente amada, segura, comprendida, y el resto llegara por añadidura, pero la confianza es algo que no se debe traicionar, asi que si lo haces, asegúrate de no dejar huellas en tu huida.

Pero el hombre tenia un sueño

Creador de vínculos falsos, tejió lazos de fraternidad que resultaron ser trampas, envolvió a las personas a quienes llamaba amigos con mentiras y embustes, les arrebato sus confidencias, hurtó sus preciados secretos, y escapó, prófugo con su botín, sintiendo que su sueño finalmente se había cumplido.

Mas su tiempo estuvo marcado desde el principio, y cuando el reloj llego a su fin, aquellos tesoros no tuvieron valor alguno, a merced de los traicionados quedó, silente y en remordimiento, con la voluntad de mil hombres y la fuerza de una paloma herida.

Un hombre tenia un sueño. Un hombre se arrepintió. Un hombre no pudo encontrar perdón.
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