Pues una historia que se me ocurrio el otro dia después de soñarla, si os gusta bien, si no, bien también.

Eran alrededor de las 4 de la mañana cuando sonó el teléfono, era Cindy que me hablaba toda emocionada sobre un nuevo trabajo que posiblemente nos daría dinero suficiente para invertirlo en la creación de algún futuro negocio, o que por lo menos nos serviría para sobrevivir un poco más en esta ciudad. Cogí el autobús para poder llegar cerca de donde se encontraba Cindy y durante el trayecto rememoraba el drástico cambio que había dado mi vida en poco menos de un mes, todo empezó cuando estando en Madrid me ofrecieron la posibilidad de trabajar temporalmente en la ciudad de Los Angeles, yo siendo joven y solo teniendo conocimiento de esta por las película partí sin pensármelo mucho y deje atrás todo para conseguir el éxito en otro país, con la esperanza que mientras hacía cualquier trabajo algún cazatalentos que pasara por allí me descubriera y me diera la oportunidad de saltar al estrellato, claramente eso nunca pasó y una vez que se me acabo el trabajo de unas pocas semanas, no me costó darme cuenta de lo triste que podía llegar a ser la vida de alguien en esta ciudad, toda llena de famosillos de tres al cuarto que harían lo posible por tener solo 5 minutos de fama y que dejarían atrás amigos y traicionarían sus ideales solo para poder conseguir sus objetivos. Es una ciudad bastante triste, a pesar de que en la ficción la suelan pintar de otra forma, Madrid será como será pero por lo menos prima más la autenticidad, la echo de menos y no puedo esperar a estar allí la semana que viene.
En un mensaje de texto, Cindy me explicaba que teníamos que ir a la parte antigua de la ciudad a recoger a recoger unos libros y otros objetos antiguos que se encontraban dentro de un sótano, aparentemente el dueño era un hombre muy mayor que no podía hacer mucho esfuerzo físico, yo lo que no entendía era porque no se lo pedía a alguno de sus nietos o similar y mucho menos porque se nos requería estar ahí tan temprano.
Una vez allí Cindy me recibió con una frase en español malamente pronunciada mientras sonreía tontamente sin mostrar un ápice de cansancio, pero al ver mi cara volvió a hablar en inglés. Cindy me caía bien, nos conocimos en mi anterior trabajo y siempre era bastante optimista, a veces un poco ingenua pero sin pasarse, sin mencionar que siempre estaba contando chistes malos y mandándome fotos de nutrias, no sabía tanto de ella, pero era bastante claro de que era una fachada más que otra cosa, supongo que querría esconder cualquier pasada mala experiencia con una gran sonrisa. Después de darme un abrazo (por el frio, decía ella) me enseño un pequeño plano de la casa, me dio una palanca de mano y las instrucciones de como abrir la puerta blindada del sótano.
Todo me parecía rarísimo, que nos llamaran a estas horas, que unos libros y otros recuerdos estuvieran guardados detrás de una puerta blindada, sin mencionar que me daba la extraña sensación de que la casa había sido más grande en el pasado, cosa que se me confirmo al entrar y ver que tenía tablas viejas junto a tablas nuevas, una puerta bastante moderna y sobretodo porque parecía que hubieran arrancado de cuajo un trozo de casa y luego lo hubieran intentado tapar rápidamente.
Después de examinar todo y de desactivar la alarma, Cindy introdujo un código y la puerta se abrió dando paso a un viento heladísimo, cosa extraña con el clima casi tropical que hacía en L.A. La puerta se cerró tras nosotros después de un rato y a continuación Cindy introdujo un código larguísimo, ni siquiera miré cuantas cifras tenía y apenas acabo de terminar de teclear, toda la habitación se empezó a estremecer de forma extraña, tanto, que ya no sabía que parte era arriba y cual abajo, seguido de esto sentí un horrible dolor de cabeza acompañado de dolores en el pecho.
Me desperté viendo nada más que oscuridad, cuando mis ojos se acostumbraron vi a Cindy tirada en el suelo, me acerqué para ver si se encontraba bien, al despertar se asustó un poco pero luego se calmó al darse cuenta de que era yo.
Tras sacar Cindy su linterna y alumbrar, nos sorprendió mucho darnos cuenta de que la puerta blindada no estaba por ninguna parte, nos encontrábamos en un comedor bastante grande que claramente no se había construido en el siglo XXI.
Nos acercamos a la ventana (ventana que extrañamente tenía una cerradura) para apartar las cortinas y que entrara un poco de luz, fuera, solo se veía una espesa niebla con un extraño tono morado, solo atine a pensar que sería el efecto de haber estado inconsciente por un buen rato. En la habitación lo único que encontramos fue una caja debajo de uno de los muebles, la caja estaba sospechosamente bien escondida a pesar de su aspecto poco llamativo, dentro de la caja había una hoja escrita a mano que decía:

Para cualquiera que pueda leer esto:
Lo siento, no pude hacer nada en su día, no lo vi venir, pensaba que los lazos familiares eran más fuertes que su afán de supervivencia.
Este sitio esta maldito, mi hermano… nos timaron, cavamos en el sótano, todo estaba oscuro y maloliente, seguido de esto aparecieron ellos, criaturas olvidadas, salidas de pesadilla, íbamos a ser su cena, se relamían solo con mirarnos, no eran del todo salvajes, hablaban una versión deformada de nuestra idioma, no sabíamos de donde habían salido pero su poder aquí no era completo, mi hermano no se lo pensó, dijo que trabajaría para ellos, que les traería más comida, mucha más, me encerró, le quite algunas llaves, sé que voy a morir pero quiero que quien tenga estas llaves pueda salir de aquí antes de que vengan ellos, si podéis corred rápido, no sigáis ningún ruido o sombra, id a la puerta principal o salid por la ventanas si es necesario, aunque estéis en este diabólico plano, si corréis lo suficiente acabareis llegando de vuelta el vuestro, igual tardareis días, pero vuestra supervivencia debe ser lo primero.
Buena suerte…

El contenido de la carta parecía una locura, pero visto lo visto era la mejor opción, abrimos con las llaves la cerradura de la ventana y sin hacer ruido, baje a Cindy primero y luego descendí yo, no sin antes ver como el pomo de la puerta giraba y seguidamente aparecían una enormes garras cubiertas de carne podrida, que dejaba ver el hueso en uno de sus dedos.
Sin hacer ningún ruido le indique a Cindy que rodeáramos la casa y una vez al otro lado corriéramos todo recto sin detenernos.
Al correr por la espesa niebla esta se sentía más como agua que otra cosa y solo me consolaba el hecho de que Cindy de joven había practicado bastante atletismo. Si salimos de esta le pediré salir y me la llevaré a Madrid, lejos de esta cuidad de locos.

FIN